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Entre la Madre Tierra y la Cruz, el país de los relatos y las creencias

La brujería ha hecho parte de la cultura popular de Colombia desde tiempos ancestrales. Sin embargo, la imposición de la iglesia católica alejó esta realidad, al menos en el ideario colectivo.  

Toma en sus manos el tabaco, cierra los ojos y lo acerca a su boca para pedirle permiso por medio de un susurro inaudible. Es un lazo entre él y el puro que sostiene delicadamente entre sus dedos. A su lado está su nueva pupila, cuya tragedia familiar la llevó al encuentro con el ‘Negro Porteño’, quien se convertiría en su guía, le ayudaría a entender, exteriorizar sus dones y la procedencia de estos. 

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Hace 25 años, ‘Luna’ perdió a su tía, un suceso que marcó un antes y un después en su vida. Ella cerraba los ojos y la constante presencia y visualización de quien para ella era su segunda mamá, fueron las primeras manifestaciones para empezar a trazar su camino en la espiritualidad. Mediante rituales, encuentros y estudios, descubrió su corte espiritual: la India, cuya procedencia viene de los ancestros indígenas que lucharon contra la colonización española. 

 

Desde los inicios de la conquista, Colombia ha sido un territorio permeado por diversas creencias. En su origen, los indígenas profesaban y participaban de sus propios rituales, los cuales estaban ligados a los poderes de la Madre Tierra. Sin embargo, esto cambió con la llegada de los españoles, quienes impusieron el catolicismo en contraposición a los dogmas de los nativos, asegurando que eran malignos. Asimismo, con la esclavitud se empezaron a adoptar otras costumbres, como la magia africana. 

 

En lo que hoy se conoce como el territorio colombiano habitaban entre cincuenta y ochenta pueblos indígenas, cada uno con diferentes culturas y creencias, pero compartiendo múltiples características: el respeto, el amor, el cuidado y la noción de igualdad ante la tierra. El Sol, la Luna, las fuerzas de la naturaleza y algunos animales eran considerados sus deidades principales.  

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Sus prácticas no solo se limitaban a la adoración de sus dioses, también la yerbatería cumplía un papel protagónico, en el cual se hacía uso de diferentes plantas tanto para curar como para la atracción de situaciones deseadas.  

 

Los conquistadores, además de explotar la riqueza natural, erradicaron todo tipo de creencia existente en el territorio con el fin de convertir a la iglesia católica en principal institución de poder en representación de la corona española. Los misioneros iniciaron la homogeneización de la religión introduciendo diversos íconos de su credo; no obstante, nunca lograron desarraigar por completo las creencias de los indígenas y africanos.  

 

Los esclavos al ser trasladados de su territorio y sometidos a nuevas costumbres, acudieron a las juntas como espacios de libertad y reivindicación de las tradiciones de sus ancestros. Para los españoles, los rituales y la hechicería se convirtieron en sinónimo de maldad y oposición a la figura de Dios. De hecho, la representación convencional del diablo es tomada a partir de las prácticas de los pueblos sometidos de África. 

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De la Madre Tierra a la Santa Cruz 

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Mediante los murmullos, el ‘Negro Porteño’ encomienda su intención en un pacto con Dios.  

        

— Invocamos siempre primero a Dios, segundo Dios y tercero Dios, porque con él estamos, a él le pedimos que nos dé el paso para poder ayudar a las personas —alude ‘Luna’ detrás de la mesa de madera. 

 

Para empezar el ritual no solo basta ofrecerse a Dios, sino a los espíritus necesarios para guiar la intención.  

 

Colombia se ha caracterizado por ser un país en que la mayoría de los habitantes se rige por los preceptos de la biblia católica, limitando las creencias en otras deidades. La iglesia católica acepta el homenaje y las muestras de respeto, mas no la adoración e idolatría de los santos y demás figuras religiosas, como se hace en la brujería. El padre Rafael Hernández cree que estos rituales solo tienen un fin lucrativo para aquellos que lo ejercen, aprovechándose de las necesidades de las personas que los buscan. 

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Si bien muchos dicen profesar el catolicismo y sus vertientes, no se cumple en su totalidad, pues hay quienes de puertas para dentro acuden a prácticas que han sido satanizadas por dicha religión. 

     

  —Muchas personas se muestran muy cristianas y devotas, pero es más la gente colombiana que practica la magia, la brujería y este tipo de corrientes energéticas, de quienes no lo hacen —dice Alexander Torres, sentado en la oficina de la Academia Urantia de Parapsicología, de la cual es director. 

 

Aunque el catolicismo predomina en la sociedad colombiana, la santería, la brujería y los rituales que se derivan de ellas también permean las raíces culturales de la nación. Colombia se compone de múltiples creencias que construyen al país, las cuales han sido obligadas a vivir en lo oculto. 

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La balanza de luz y oscuridad 

 

El lugar se encuentra invadido por la oscuridad. El ruido de las motos y de la ciudad se contrapone con el silencio abrumador del espacio. Se debe ascender a la segunda planta para acceder al consultorio dividido en dos áreas: en la primera, la sala espera, decorada con múltiples fotos de santos y vírgenes, una vitrina con inciensos, protecciones, medicamentos y aceites; en la segunda zona, la oficina, un espacio imponente con dos sillas de cuero y una mesa de madera grande.   

 

´Luna’, de tez blanca y ojos color miel, se encuentra al lado del ‘Negro Porteño’, un hombre con aspecto opuesto al de ella, de aproximadamente 50 años. 

 

Una vez conjurado el tabaco se procede a hacer el chequeo con el fin de revisar la intención de la consulta, para asegurar el trabajo con las luces blancas. Para ‘Luna’ y el ‘Negro Porteño’ es fundamental que la pretensión sea positiva. 

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—Los espíritus no son malos, la gente viva sí, es decir, nosotros los humanos buscamos la ayuda espiritual para hacer el mal y hacer daño a otra persona —explica, ‘Luna’. 

 

La brujería ha sido categorizada con una connotación negativa. Sin embargo, no es la naturaleza de la práctica, sino depende del propósito de las personas que lo hagan. Esta se ha reducido a una sola noción, sin considerar las demás vertientes:  palerismo, santería, vudú.  

 

En el caso de ‘Luna’ y el ‘Negro Porteño’ profesan la magia blanca. Ellos se enfocan en hacer evoluciones de salud por medio del doctor José Gregorio Hernández, así como temas de protección y amor con diferentes deidades.   

 

A partir de la experiencia de los brujos en algunas regiones de Colombia, como en La Guajira y en los Llanos Orientales, la brujería se ejerce con intenciones oscuras, llenas de maldad e intranquilidad. Para ellos este modo de actuar va en contra de sus principios en el oficio.  

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—La vida es una balanza de luz y oscuridad —referencia Torres, enfatizando sobre las intenciones que tiene cada persona al encomendarse en estas prácticas. 

 

En la santería y la brujería se ha creado el imaginario de que ambas van de la mano con la envidia, la obsesión por el amor inalcanzable o la entrega del alma al diablo a cambio de beneficios, pero no es la generalidad de estos rituales. Hay muy pocos maestros que se dedican al desarrollo espiritual y la búsqueda de un alivio frente a situaciones sin explicación para las personas que acuden a ellos.   

 

No solo los maestros tienen la capacidad de ayudar o destruir, sino cada ser humano es un “mago en potencia”. El poder de la mente juega un papel importante a la hora de desear el mal o el bien, a partir de los pensamientos pueden efectuarse diversas intenciones sin necesidad de recurrir a un tercero. 

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Manifestación extrasensorial 

 

Una vez preparado el ritual previo a la lectura del tabaco, este comienza a revelarle sucesos al ‘Negro Porteño’ sobre la persona que lo consulta. Él enciende el puro, susurra el nombre y la fecha de nacimiento del individuo, mientras mantiene la mirada fija. Espera unos minutos hasta que este empieza a esbozar la tonalidad correspondiente a la situación. 

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En su niñez, este hombre se adentró en el camino espiritual cuando tenía sueños premonitorios de sucesos que iban a pasar en su vida, algo que no lograba entender por su edad. Años después, junto con su hermano mayor, empezó a acudir a rituales en los que algunos asistentes se transportaban y los espíritus descendían al plano terrenal. 

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Fue ahí que sintió un lazo con ese mundo espiritual, el cual lo llevaría a indagar sobre su don, que se manifestó desde la primera infancia. Al pasar tiempo en este plano, su hermano se vio afectado por un espíritu maligno, lo que lo llevó a descubrir su segunda capacidad extrasensorial: el tabaco. 

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—Todos nacemos con dones extrasensoriales y espirituales listos para evolucionar. Hay personas con esos dones mucho más abiertos que otras, igual hay que estudiar para entenderlos —dice Alexander, quien cree que dichas capacidades se revelan por experiencias de vidas pasadas.  

 

Asimismo, es importante el estudio de estos dones para su comprensión, desarrollo y ejecución. Este el caso de David Delgadillo. Él posee la capacidad de leer la mano desde hace seis años. Este hombre, al igual que el ‘Negro Porteño’, empezó a manifestarlo desde niño, cuando percibía la energía de las personas que lo rodeaban. Sin embargo, fue hasta su adultez que se interesó por investigar un poco más y descubrió que poseía este saber.  

 

Los dones se pueden manifestar en cualquier etapa de la vida. Así como hay algunos que empiezan a visualizarse tempranamente, hay otros que se pueden obtener por medio de la formación. Sin embargo, no hay que olvidar que todos los seres humanos poseen estas capacidades extrasensoriales, las cuales dependen de si las personas quieren o no usarlas. 

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La delgada línea entre lo real y el embuste 

 

Una vez terminada la lectura, la persona da de manera voluntaria una ofrenda solicitada por el espíritu. Para el ‘Negro Porteño’ y ‘Luna’ estas prácticas no se cobran, ya que su intención es ayudar al crecimiento espiritual. Entre estos ofrecimientos se encuentran: mercados, frutas, aguardiente o cigarrillos. 

 

—Hay personas que quieren ayudar y otros que quieren quitar la plata. Se debe encontrar a la persona que tiene el conocimiento y el manejo correcto —añade ‘Luna’ al referirse a los charlatanes que se encuentran en este oficio. 

 

Aunque la brujería depende de varios factores para ser creíble y válida, la mayor responsabilidad recae en las personas que realizan rituales mágicos. Es difícil diferenciar a quien lo hace por dinero o por auxiliar a un individuo. La gran parte de los sujetos que recurren a esta práctica, caen en manos de personas pretenciosas, que solo buscan lucrarse y estafar a la gente. 

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Los místicos y los ilustrados 

 

La Patasola, El Mohán y El Jinete Negro tienen un lugar narrativo en común: la ruralidad en Colombia. Este espacio está lleno de magia y misterio que dan pie a las historias contadas en los mitos y leyendas. No solo las características del campo han permeado en los escritos, sino en las creencias de la cultura popular, como lo explica el sociólogo Sergio Sánchez. 

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—Las personas del campo usualmente son humildes, más creyentes y buscan ayuda para la salud. —dice ‘Luna’ para explicar cómo se viven estas creencias fuera de las ciudades. 

 

En el territorio colombiano, la cuarta parte de sus habitantes hace parte de las zonas rurales. Según un estudio de la Facultad de Administración de la Universidad de Los Andes, el 70% de los niños y jóvenes que no acceden a la educación en Colombia, provienen del campo y zonas apartadas del centro, lo que puede evidenciar que estas personas suelen creer más en la brujería ya que no poseen el conocimiento científico para cuestionarla. Su único propósito es encontrar una solución a algún problema que estén enfrentando. 

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— El conocimiento oral y experiencial, igualmente valiosos, son con los que se quedan las personas del campo, pues no tienen otra alternativa de indagación en textos ni en educación. —alude Alejandra Alarcón, psicóloga. 

 

Aunque se evidencia que Colombia es un país arraigado a múltiples creencias, existe una brecha entre lo urbano y lo rural. En la ciudad, las personas son mucho más escépticas y están más alejadas de las prácticas culturales del campo. 

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‘Luna’ y el ‘Negro Porteño’ seguirán cumpliendo su objetivo de sanación y desarrollo espiritual hacia las personas que los consulten. Por medio de la conjuración del tabaco continuarán descifrando la vida de los creyentes de este plano extrasensorial. Ellos esperan caminar otros 25 años con la gente para darles luz y el mensaje de fe que requiera cada uno.

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